El papel en blanco siempre asusta, y no
fue distinto esta vez. No sabía qué iba a ocurrir cuando intentara plasmar lo
que mis ojos percibían en aquel espacio vacío de forma y de color. Comencé con
colores claros, sin atreverme a manchar demasiado el papel, por miedo a no
poder volver atrás. Fondo y sombras. Relativamente fácil. Luego llegó la luz… ¿cómo
se capta la luz? Traté de desenfocar la vista y hacer que todo a mi alrededor
fueran manchas. Entonces capté algo allí, entre las dos realidades que me había
propuesto descubrir a través de la pintura y la brocha. Entonces llegó el
color, vivo e intenso. Tal vez demasiado definido, tal vez demasiado obvio…
Intentaré entornar mejor los ojos la próxima vez.
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